lunes, 12 de enero de 2009

la cadena del odio...

Una mañana de invierno Adolf se despertó. Todavía le dolían las costillas de la enorme paliza que su padre le había propinado el día anterior. Intentó levantarse pero se sentía demasiado exhausto como para hacerlo, así que intentó estirar el brazo en dirección a su mesilla de noche para alcanzar el blog de dibujo y así entretenerse un poco. Después de esforzarse mucho desistió, el brazo le dolía demasiado, pues lo había usado de escudo la noche anterior...
-Ni siquiera dibujar puedo...- pensó Adolf, y abatido, giró la cabeza hacia el techo, donde no podía observar otra cosa que una larga extensión de... la Nada.
Permaneció unos minutos mirando y observando la nada, hasta que al fin, la imaginación vino a socorrerle, imprimiendo en esa blanca extensión un sinfín de imágenes. Unas eran recuerdos, otras deseos, pero todas ellas eran el vivo testigo de que no existía el presente para Adolf, tan solo las amargas visiones de una infancia terrorífica y de un futuro lleno de rabia y resentimiento.
Por la mente de ese niño de 10 años tan solo se sucedían, alternativamente, las pesadillas y los sueños de venganza... y nadie, ni siquiera su madre, demasiado paralizada por el miedo a su marido, habían podido devolverle a esos ojos infantiles la ilusión por un mañana esperanzador, lejos de las consecuencias lógicas de la ira y el resentimiento.

Pasaron las horas, y Adolf se cansó de sufrir con las escenas de su pasado, y dejó de sentirse consolado por las escenas ilusorias de sus desquites... la fantasía le permitía un poco de respiro, pero sabia que tenía que encontrar un modo de vencer al ogro que lo sometía si no quería acabar loco...
Pensó en ese hombre al que llamaba padre. Había logrado inmiscuirse en todas las facetas de su vida, anulando por completo su voluntad y su capacidad de elegir. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que aunque no podía evitar sus puñetazos, si podía elegir dejar de llorar o gritar, que era, al fin y al cabo, el objetivo que perseguía su verdugo: verle sufrir.
Fue así, como Adolf encontró su victoria en el silencio, y a partir de ese momento, ni un solo sonido se escapó de esa garganta, y recluyó las quejas en su mente, donde tan solo se escuchaba el eco de sus pensamientos...


Años más tarde, su padre murió, y creyéndose libre, intentó por todos los medios alcanzar su meta soñada: ser pintor. Más no tenía suficiente talento, y su solicitud de ingreso fue rechazada.
Todo este tiempo, durante el calvario de su dura infancia, su única ilusión había sido la pintura. Ni siquiera los estudios le habían interesado, pues únicamente se creía apto para el arte... Y ahora parecía que la vida y el mundo conspirasen para quitárselo todo. ¡Cualquiera se habría indignado ante tal injusticia!
Desprovisto de todo, acabó por agotar su herencia y todos sus medios... hasta que, finalmente, acabó solo y mendigo... anulado, destruido, anihilado...
Lo mendigó todo, dinero, comida, un lecho... afecto. Más, pocas veces fue objeto de respeto y amabilidad, siempre fue sometido y humillado por aquellos que se sentían superiores, ya fuera por medio del desprecio o la compasión....
Nadie habría apostado un duro por él.... parecía que la vida se le escapaba de las manos, y que su único destino seria una muerte cruel entre cartones y los deshechos de los hombres...

Sin embargo..
El mundo inició una guerra, y él decidió presentarse voluntario, pues no tenía ya nada que perder. Eso le convirtió en un soldado poderoso, pues no le temía a nada, ni siquiera a la muerte.
Pronto descubrió que en el ejército podía ser algo más que una basura humana, que podía demostrar su hombría, su valía... y por fin encontró una nueva forma de victoria más placentera que el silencio: su temeridad, que le hizo merecer el respeto de sus compañeros, algo que nunca había experimentado. Por una vez en su vida se sentía valorado, parte de algo... encontró en el ejército a la familia unida que nunca había tenido y con la llegada de esta felicidad insólita, llegó el temor de perder lo que al fin había encontrado después de tantas penurias. Así que... sin dudar, decidió acabar con la posible amenaza que todos aquellos que habían intentado conjurarse contra él en el pasado suponían para su recién encontrado bienestar. Identificó en la figura de sus enemigos a los enemigos de su propia familia, ese ejército al que ahora pertenecía, y por extensión, a los de toda la nación a la que éste defendía...

...Y así fue como el odio y el resentimiento de un niño de 10 años, maltratado y falto del más elemental de los afectos , condujo a toda una sociedad, víctima de la crisis y necesitada de alguien que les diera un culpable a su desgracia, a crear lo que hoy conocemos como el Tercer Reich.
Sus aberraciones y crímenes marcaron a toda una generación de hombres, y les arrancó sus esperanzas y su capacidad de confiar en las personas. Ese miedo irracional, implantado en el corazón de miles de judíos, fue el detonante del sionismo, que ahora arremete contra los palestinos con la misma medicina que ellos recibieron.
Es la vieja história del maltratado que maltrata, del violado que viola, del despreciado que desprecia... una larga cadena de odios, rencores y miserias que no tienen otro origen que el dolor humano provocado por la falta de Amor...


¿Porqué os resistís al Amor? ¿No ha muerto suficiente gente, todavía?