jueves, 1 de noviembre de 2007

Empezar...

Siempre me cuesta empezar.
Me cuesta porque conlleva mucha responsabilidad, porque implica tener el valor suficiente de enfrentarme a lo desconocido, al cambio.
Me cuesta porque tengo miedo a equivocarme, a no dar la talla, a darme cuenta de que, quizás, no soy capaz de hacerlo... me cuesta porque "empezar" me hace ser consciente de mis propios límites, y siempre es más fácil pensar que no se tienen, que se puede llegar a donde se quiera, que se puede hacer lo que apetezca en cada momento...
Asumir que eso no es cierto me desconcierta, me hace sentir insegura y mostrar mi lado vulnerable. Y yo no puedo ser vulnerable, yo debo ser y mostrarme siempre fuerte, aunque lo que acabe mostrando de mi misma ya no sea propio de mi misma... aunque todo cuanto aparente ser sea solo una máscara, una barrera de humo...

Empezar es difícil... es difícil porque mi naturaleza es egoísta y es covarde...

Sin embargo, empezar es tan necesario...

Es necesario porque es el único modo de conseguir algo, de avanzar hacia delante, de evolucionar hacia algo mejor... Es necesario porque sin ese primer paso, muchas cosas buenas se perderían.
El cambio es incómodo, pero es el único modo que tenemos para ser felices.

Hoy quiero dar gracias por haber encontrado valor para emprender un gran cambio: amar. Por haber sido capaz de empezar ese compromiso, de asumir renuncias y sacrificios, de aceptar, de comprender, de dejar de pensar en mi y empezar a pensar en los demás...
Cambiar es duro, empezar es difícil... pero realmente, y sólo ahora, después de dos años amando sin tregua puedo decir, que nunca en mi vida había sido tan feliz. Y eso, lo compensa todo.



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